El pasado mes de abril, un pequeño osezno negro lloraba en un bosque de California. La cría era un macho de unos dos meses. Solo pesaba 3 libras. Estaba hambriento y solo.
Unos campistas en el Bosque Nacional Los Padres oyeron el llanto de la cría. Llamaron a los socorristas, que buscaron por el bosque a la mamá del bebé. Pero no la encontraron por ninguna parte.
Los oseznos dependen por completo de sus madres en su primer año de vida. Las madres buscan comida para sus crías y les enseñan a vivir en la naturaleza. También les protegen de depredadores hambrientos, como pumas y coyotes. Sin su madre, esta cría tal vez no sobreviviría. ¿Qué sería del osito?